Tonight


Nada más entrar, y ese olor. A putrefacción, culpa, vergüenza, miedo, odio. Como una neblina densa que flotaba en toda la casa, suspendida en medio de la noche. La mirada de ella, clavada en sus pupilas, le hizo adivinar todo. Se le escapó el alma en un escalofrío. Lo que siguió fue un sinsentido, una urgencia del cuerpo, del endeble corazón por reconstruirse, por entender, o por no entender. Buscó y encontró la certeza de que ella, su mujer, no era suya. Ni esa casa. Ni él mismo. ¿Quién es aquél que ha perdido el alma, después de todo? 

Él dice que no la mató. Y tiene razón, ella había muerto desde hacía mucho tiempo.

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